viernes, 10 de abril de 2009

Radios Comunitarias ¿Que son?

Conservo el nombre de Radio Comunitario, más que por una definición precisa, por un recurso retórico que da lugar a lo eléctrico, es decir lo variada y diversa que puede ser su concepción y su práctica, por quienes hacen y/o hacemos radios “sin fines de lucro”, “con fines socio comunicacionales”, “ciudadana” o por prácticas culturales de “resistencia”.
Conviene abrirse al tema, ni desde el periodismo, ni desde la radio propiamente tal. Se puede entrar a este tema reconociendo a la radio comunitaria como una práctica y producción cultural de unos sujetos y organizaciones que debe ser observado como un fenómeno no menor, y quizá, y espero no exagerar, como un lugar que puede constituirse o consolidarse (cristalizar) en un movimiento social (es decir, que congrega a distintos sujetos bajo una identidad e intenciones políticas, reivindicativas, específicas). Muchas de estas experiencias son parte de una asociación nacional e internacional, que más allá de sus dificultades y carencias, se ha legitimado y son interlocutor del Estado, de los servicios públicos, de las ONGs, de Parlamentarios y políticos en general, en nuestros países.
“La generalización de la participación como estrategia de inclusión de las
demandas ciudadanas en el espacio público ha provocado una transformación importante en el papel que desempeñan los medios. La radio abre ventanas no sólo para mostrar sino, también, para ejercer ciertas prerrogativas que en otros ámbitos han perdido eficacia. En esta nueva versión de cultura pública, este medio tiende puentes y acorta las distancias entre diversas instancias de gestión política, sociales y administrativas, con lo cual conecta la representación doméstica de las demandas y necesidades cotidianas, con las representaciones más abstractas del ejercicio de deberes y derechos…” .
La pregunta que debemos hacernos para conocer que pasa con la radio comunitaria, tiene que ver con saber de la “puesta en escena” que los productores de radio hacen desde la programación radial cotidiana. Y por otro lado, de cómo se consume este medio al interior de la casa, en la población. Qué se habla, si estos discursos apelan a los asuntos públicos, de interés general (vecinales, laborales, socio culturales, reivindicativos) o son asuntos de la vida privada, del orden íntimo, doméstico (como ocurre con cientos de programas de la radiodifusión Chilena adscritas a la Asociación de Radiodifusores de Chile, ARCHI), cuestiones, que en nuestra contemporaneidad, no tienen fronteras muy claras, más bien tienen que ver con opciones, que en cualquier caso se sustentan en estrategias acotadas por las comunicaciones de mercado, y otros, para las comunicaciones que aportan a la democracia, la diversidad, la equidad de género, es decir, estrategias comunicacionales del orden de la ciudadanía.
Lo cierto, es que desde la “sociedad civil” se hace un reclamo hacia los medios masivos respecto de la invisibilidad de algunos actores y temas; o a lo menos, la constatación de que los medios informarían a partir de versiones sesgadas, que responderían a una suerte de instauración desde los medios, de la “noticia”, del “acontecimiento”, como espectáculo, como lugar de competencia en el contexto de ganar mercados para el consumo de bienes materiales y simbólicos, más que en algo que podemos consignar como de “responsabilidad social, pública”. Es decir, noticias ajenas a la “proximidad” de la ciudadanía, carentes muchas veces de un sentido común crítico. Esto como una primera opinión de entrada.
Por ello la pregunta de ¿Qué comunican las radios comunitarias? ¿Cómo se
hace radio desde lo local? preguntas que deben responderse, de todos modos, a partir de dar cuenta, en gran medida, del contexto, del estado de situación de las comunicaciones en un país donde no existe comunicación pública y donde estas se han liberalizado como se han liberalizado otros ámbitos de la sociedad (la salud, la educación, el trabajo, por nombrar algunos). Esa es una investigación pendiente, “ver”, “escuchar”, como producen radio, cómo esa producción tiene relación con la cultura en la localidades, con los procesos más generales de consumo y práctica cultural; quienes se vinculan a estas prácticas socio comunicacionales, y en qué medida ese “saber hacer” da cuenta de un Chile que recién empieza a entender sus transformaciones, ahora ya cristalizadas en la vida cotidiana.
“Diagnóstico del estado de la situación de las radios comunitarias adscritas
a la ley de radio de mínima cobertura”, le llamamos a ese primer trabajo. A nivel latinoamericano, se sistematizaron las experiencias a través del libro “Gestión de la Radio Comunitaria y Ciudadana” (AMARC, Programa de Gestión) y ahora último, “La Práctica Inspira”, donde se mira a la radio comunitaria latinoamericana, entre estas “La Estrella del Mar” de Chiloé. Particularmente, el “Diagnóstico” que desde ECO realizamos de la situación de la radio comunitaria - diagnóstico, que en mi opinión, no pierde vigencia, se orientó hacia las siguientes áreas de indagación:

1) La radio como animador socio cultural; es decir como factor de
organización y participación social de base.
2) La radio como lugar de formación y desarrollo de opinión pública local
a través de formatos periodísticos; y
3) La radio en su organización interna.


Logros reconocibles
Una primera aseveración de índole general, tiene que ver con constatar que las radios comunitarias y sus distintas variantes, constituye la única experiencia de comunicación social radiofónica que no persigue fines de lucro, en este país. Esta aseveración, que puede parecer de tipo formal, no es menor. Las comunicaciones en Chile han sido, los últimos 25 años privatizadas en lo sucesivo. Los recursos medioambientales como las ondas radioeléctricas, las bandas en FM y AM, están concesionadas a Privados con fines de lucro, lo que llamamos la radiodifusión comercial. De otro modo, la radio comunitaria, es una experiencia que ha aportado a la democratización de las comunicaciones en el contexto de una transición desde un régimen de excepción dictatorial, a uno de transición a la democracia.

Una segunda idea: se han constituido en puentes –con logros y carencias espacios de expresión, de denuncia, de educación- que se orientan hacia el
servicio público, que promueven la participación social, y en muchos casos, se comprometen con acciones por el desarrollo: su participación en programas gubernamentales para la superación de la pobreza; como por ejemplo la iniciativa de FOSIS “Aquí Yo Hablo”, donde las radios comunitarias participaron de un fondo concursable que permitió la difusión y el diálogo en torno de los micro emprendimientos económicos; y posteriormente, la difusión y diálogo en torno al “Programa Puente”, también de FOSIS, avalan una práctica orientada hacia el servicio público.
Son innumerables otros ámbitos, donde aparece como objeto de programación y sujetos de discurso temas relacionados a la sexualidad en pareja, culturas juveniles, cultura popular y divulgación del canto, el teatro, programas orientados a la prevención en drogas, violencia doméstica…, por enumerar algunos de los temas/programas que podemos escuchar en la banda de la radio comunitaria.
Por ello, y en esa experiencia reconocible, vemos algunas capacidades que ya se han puesto en juego, y que nombra y describe ese “saber hacer”:
* Capacidad de formulación de proyectos radiofónicos innovadores, a través de formatos innovadores como los documentales radiofónicos, género prácticamente inexistente en la radiodifusión comercial. Radio Atracción de Valparaíso es un buen ejemplo, ellos hacen convivir el testimonio con la ficción.
- Capacidad de integrar nuevos contenidos, muchos de ellos de un acceso específico. Es decir, donde se requiere de ciertos conocimientos de no fácil divulgación.
- Capacidad de gestión. Estos proyectos consideraban entre otros detalles no menores, la gestión de recursos y sus posteriores balances.
- Capacidad de involucrar a sus audiencias en estos programas. Foros paneles con preguntas e intervenciones en vivo de la audiencia, permiten conocer públicos que consumen radios locales, a propósito de iniciativas acotadas en el tiempo, pero que tienen una alta significación para la gente. Para el caso, el Programa “Aquí yo hablo” comunicar las motivaciones y capacidades de emprendimiento de personas pobres que gestionan recursos y obtienen resultados que mejoran la calidad de vida de ellos, de su entorno y de otros (al
generar, por ejemplo, trabajo).
- Capacidad de incidir en las agendas públicas locales, toda vez que estos programas interpelan a autoridades políticas, sociales y económicas, en nuestras comunas.

Los procesos socio culturales y comunicacionales en curso, fuertemente impactados por las relaciones globales, por las políticas culturales de corte neoliberal, en definitiva, por el plus valor del mercado y el destierro de la responsabilidad pública, hace pensar que estas experiencias de comunicación social de base, por el sólo hecho de ubicarse en lógicas de corte “ciudadanas”, de servicio público, perderían cierta pertinencia, constituirían espacios marginales. De hecho, ARCHI las ve desde su origen con cierto menosprecio, y por sobre todo con intolerancia. La producción comunicacional y por ello cultural de las radios comunitarias, por el contrario, se afirma en grupos de voluntarios, críticos a las programaciones de los medios “formales”, que intentan construir agendas temáticas de “proximidad”, haciendo de la comunicación local, un espacio que ya se visibiliza, incluso, en la opinión de los chilenos. Una última encuesta sobre la valoración que hacemos de los canales de televisión regional, le otorga un porcentaje importante de credibilidad y de preferencias. Esta otra comunicación, no comercial, que no necesita acreditarse ante el mercado, constituye ya un fenómeno no menor: los medios de proximidad, la radio local, particularmente, entra en la vida cotidiana, y empieza a ser parte del consumo simbólico del día a día.

Mis agradecimientos a:
Leonel Yañez

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